El programa nace en 2017 fue una propuesta que surge desde la UP, particularmente en la Escuela de Promotores Sociales donde se formaron los primeros de alfabetizadores y alfabetizadoras de la zona.

“El punto de partida fue el censo del 2010, y el Educometro que era de la fundación Arcor. El dato que teníamos era de personas que no habían terminado la primaria  o personas sin haber tenido acceso a este derecho tan básico   que es la educación, era el 1%”, comentó Yanina y menciona que cuando empezaron a “caminar” se dieron con que eran muchos más, aproximadamente unas 250 personas.  

Este año el programa está en suspenso por la pandemia, debido a que están imposibilitados los encuentros en el territorio donde, cuenta Yanina, se fortalecen los intercambios y vínculos. 

La mayoría de las personas alfabetizadas se encuentran en zona rural, que es donde comenzó el programa. 

“La gradualidad que es acercarse a otro con respeto, con sus historias, sus saberes, es como ir pidiendo permiso porque es un adulte que está imbuido de trabajo, absorbido por su vida cotidiana y nosotros vamos a abrir ahí donde  a veces también hay un dolor por esa historia que se tuvo que interrumpir, hay una intencionalidad de aprender a escribir y leer. En el encuentro vemos las infinititas posibilidades de ver esa historia”, contó sobre la experiencia. 

Al ser consultada por la importancia de aprender a escribir y leer, Yanina sentenció: “Es importante para registrar la historia, sabemos que se cantan, se cuentan, se relatan. Es también importante para acceder a otros derechos, oy un carnet de conducir no se da si no se sabe leer o escribir, los derechos están interrelacionados y no tener acceso a uno nos vulnera en la dignidad de otros accesos” .