Florencia Rossi, estudiante de la Licenciatura en Artes Visuales, nos detalla parte de la historia de los patrimonios históricos jesuítas de Colonia Caroya y Jesús María su arquitectura y la influencia del arte barroco europeo mezclado con estilos precolombinos que podemos apreciar en los edificios.
Hace poco se dio a conocer que La Fundación Cieu (Centro de Investigación de Espeleología Urbana ) – también conocida como Grupo SpeleoTunel (GST) – exploró una acequia subterránea que pasa por el centro de Jesús María y que se encontraría en excelente estado, por lo que sería posible que se habilite para visitas turísticas en un futuro.
El mismo es una construcción es de finales del siglo XIX y principios XX, es una bóveda de alrededor de 1,25 metros de ancho por 1,80 de alto, y se cree que servía para transportar agua desde el río Jesús María que pasa por el costado de la Torre Céspedes, cruza la calle en dirección al ex hotel Plaza y sigue recorrido hacia el hospital Vicente Agüero y la ruta Nacional 9. Hasta ahora se han explorado 50 metros pero se cree que esta acequia podría tener hasta unos 700 metros en modo subterráneo.
Colonia Caroya también cuenta con canales como San Carlos y Huergo, que juntan unos cuantos cientos de metros subterráneos antes de transformarse a cielo abierto. Aparte de los canales construidos por los inmigrantes se han reutilizado canalizaciones subterráneas hechas en la época de esplendor productivo de las estancias jesuíticas (camino a sinsacate y la Cotita). Por ejemplo, la propia Estancia Jesuítica de Jesús María tiene un túnel en la zona oeste que –se supone– tenía salida al río Jesús María, es decir de una antigüedad mucho mayor que la de las acequias que trazaron los primeros inmigrantes europeos.
Surgieron muchos mitos alrededor de estas construcciones. Se cree que La orden de San Ignacio de Loyola lo habría tenido como vía de escape en caso de revuelta de los pueblos originarios, como también que las estancias jesuíticas de Caroya, de Jesús María y de Santa Catalina se conectaban en forma subterránea, aunque esto nunca pudo comprobarse.
Justamente al leer el tema de las estancias me pareció importante hablar de ellas, de estos lugares tan renombrados y reconocidos en nuestra ciudad, pero que quizá sabemos muy poco de su historia e importancia a nivel local.
Estas edificaciones se enmarcan en lo que se conoce como Barroco Americano, estilo que se desarrolló desde mediados del siglo XVII hasta los comienzos del siglo XIX y se caracterizó por fusionar los modos de hacer europeos con el arte precolombino, con la mirada y la interpretación americana de esas formas extranjeras.
Las obras artísticas realizadas en las colonias americanas tienen características propias que las diferencian de las Europeas. Lo que favoreció esto fue la distancia existente entre las metrópolis y las colonias, la ausencia en América de grandes artistas europeos y una especie de necesidad de los nativos de no dejar morir sus raíces, de comprender este nuevo estilo que le era enseñado y mediante la aplicación de sus formas comprenderlo, adaptarlo por lo tanto fue decisiva la presencia de una tradición artística precolombina que influyó en la creación de un estilo particular. la presencia de artistas europeos, criollos, indígenas y mestizos contribuyó a crear un lenguaje plástico propio de cada una de las grandes regiones americanas. Objetos llegados del Asia sirvieron también como fuentes de inspiración, en especial, en el arte desarrollado en las colonias portuguesas y en la zona de la costa del Pacífico.
Las vías principales por las cuales llegaron a américa los rasgos básicos del estilo barroco fueron la enseñanza de los religiosos, que utilizaban libros o estampas que contenían obras realizadas por artistas europeos.
La arquitectura adquirió una gran importancia con respecto a las otras artes, debido a la necesidad de crear iglesias para evangelizar a estos nuevos pueblos conquistados. Entonces se le da una gran importancia a el enriquecimiento de la decoración de las fachadas y los interiores de los edificios.
Según el Concilio de Trento, toda obra de arte debe tener como objetivo principal tener una intencionalidad retórica y sensibilizar al espectador, es decir, la obra de arte debe ser fácilmente entendida por todos. El Barroco Español, que es el que más nos influye, está más ligado al estilo tenebrista, a la utilización del Claroscuro para modelar la forma y el respeto de la escala. No embellece la forma ni en lo formal ni en lo temático. Su mayor antecedente lo encontramos incluso antes de Zurbarán, con El Greco (pre-barroco s. XVI) y tiene dos etapas una más realista (Velázquez, Zurbarán y José de Ribera llamado el españoleto) y la segunda (finales del s xvii) se asemeja más a las formas italianas, con composiciones más innovadoras, dinámicas y aplicando las perspectivas arquitectónicas
(Valdés Leal y Murillo.)
La Estancia Jesuítica de Caroya
La Estancia de Caroya fue la primera de las estancias organizadas por la Compañía de Jesús, en el año 1616, y está ubicada en el límite oeste de la localidad de Colonia Caroya. En 1661, fue adquirida por el fundador del Colegio Monserrat, el Presbítero Ignacio Duarte y Quirós, quien logró transformarla en tierra próspera con producción de maíz y trigo, frutas, vino, miel y algarrobo. Con esa producción ayudaba a sostener el establecimiento educativo y, además, usó el lugar como solar veraniego de sus alumnos (internados).
Cuando estalló la guerra de la independencia entre 1814 y 1816, la estancia albergó la primera fábrica de armas blancas para abastecer de puntas de bayoneta al Ejército del Norte. La estancia pasó a manos del gobierno nacional y en 1876, en plena política de promoción a la inmigración europea, el presidente Nicolás Avellaneda dispuso que fuera el lugar de alojamiento de los inmigrantes provenientes de la región de Friuli, en Italia. Esos mismos colonos organizarían luego el poblado, en cercanías del casco de la estancia.
El edificio se estructura alrededor de un patio central. El claustro está conformado por diez
habitaciones, con muebles y objetos de diversas épocas, y en la capilla, del siglo XVII con paredes de piedra, se encuentra la imagen de la Virgen de Monserrat. Además se encuentran, el perchel, el tajamar, los restos del molino y las acequias, y el área dedicada a la quinta.
Por los inicios de la década del 1960, la estancia de Caroya se encontraba ocupada por veinticinco familias que vivían allí tipo "conventillo". El edificio se encontraba en pésimas condiciones e incluso un lado, justamente el que contiene a la capilla se había demolido. Años después la estancia fue restaurada y el edificio puesto como en sus mejores épocas (S-XIX), abrió entonces sus puertas a visitantes y turistas, y si bien tuvo varias funciones la misión del museo es mostrar el arte friulano. A raíz de su enorme valor histórico y arquitectónico, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Asamblea Anual de la UNESCO, en el año 2000.
Estancia Jesús María
El 15 de enero de 1618, el Rev. Padre Pedro de Oñate, provincial de los jesuitas, compra al Alférez Real Gaspar de Quevedo las tierras del lugar, que los aborígenes llamaban Guanusacate (agua muerta, río seco). Al momento de la compra existían en el predio veinte mil cepas de vid, algunas construcciones y un molino. La producción de Jesús María, luego fue dedicada principalmente a la elaboración de vino. También se realizaban otras actividades agropecuarias: cría de ganado vacuno , tejido en telares de cordellate y trabajos en la huerta de la que se obtenían manzanas , granadas, duraznos, trigo , maíz , cebada , azafrán , garbanzos , lentejas , habas y arvejas. Durante el primer tercio del siglo XVIII , comenzó la construcción de los sectores más destacados del edificio, inaugurándose el refectorio , ocho cuartos y una nueva bodega.
La iglesia en su interior está dispuesta en forma de cruz latina (propia del barroco), siendo parte de su construcción dirigida por el arquitecto jesuita Andrés Blanqui .Estaba abocada a San Isidro. Frente al presbiterio se encuentra la cúpula en cuyas pechinas hay cuatro ángeles de fisonomía nativa y cuatro cabezas portando tocados aborígenes. El frente del templo no pudo concluirse antes de la expulsión de los jesuitas de América. En 1767, con la real pragmática de Carlos III , rey de España , la Compañía de Jesús fue expulsada de los reinos de España , Portugal y Nápoles , pasando todas sus posesiones a ser administradas por la junta de Temporalidades hasta 1775.
Luego sale a remate en tres oportunidades y en todas ellas, los interesados integran la familia de Félix Correas , originario de la provincia de Mendoza. Luego fue adquirida por Pío León quien la loteo y en 1873 la convirtió en la Villa Primera luego Jesús María.
El conjunto estaba formado por dos unidades que aún siguen en pie y otras dos ya desaparecidas. Las existentes son el templo y la antigua residencia de obraje; las desaparecidas corresponden a las habitaciones de indígenas y esclavos , y los campos de cultivo y pastoreo . Esta estancia se caracterizó por la producción vitivinícola , que alcanzó un alto grado de desarrollo y calidad, y que se ha prolongado en el tiempo constituyendo hoy una característica de la zona.
El esquema de ordenamiento espacial responde al usual tipo de las estancias jesuíticas cordobesas: el templo y el patio rodeado de galerías , en este caso, en dos de sus lados solamente. Estas galerías de planta baja y alta, están cubiertas con los estilos arquitectónicos usuales: entrepiso de bóvedas , techo superior de cabreadas.
En la planta baja se destaca el espacio de la antigua bodega de Jesús María, con bóveda de medio cañón corrido rebajada con crucería , y posee dos ingresos: uno que comunica con el patio central y otro que sale al corredor de los lagares. Allí se almacenaban los barriles y tinajas donde se fermentaban la vid. Con el vino de Jesús María se abastecía a la comunidad jesuita primero y el resto se vendía, con esas ganancias se comprarían esclavos negros para la labranza de la viña.
En la planta alta accedemos a la escalera que se dirige hacia la espadaña , la tribuna y el coro de la iglesia, la cocina, el fregadero y dentro del corredor norte, con bóveda de medio cañón y cuatro aberturas que miran al patio central, se encuentran el refectorio o comedor, los aposentos o dormitorios, los lugares comunes o baños y la habitación anexa.
En la iglesia de una nave y acusado crucero , contrasta el bello trabajo de relieves del interior de la cúpula y de sus pechinas, la bien resuelta cúpula, la elegante espadaña extrañamente colocada en diagonal junto a la sacristía , con una fachada bastante austera.
También se encuentran las instalaciones sanitarias, que revelan el carácter progresista de los jesuitas que levantaban sus baños en el interior de las dependencias (algo impensado en estos tiempos), con un sistema de cloacas a través de acequias. El bucólico paisaje se abre en un magnífico parque dominado por el tajamar que es custodiado por fantásticos ejemplares de plátanos que se cubren de follaje dorado en el otoño.
En 1941 , la Comisión Nacional de Museo y Monumentos y Lugares Históricos declara a la estancia Monumento Histórico Nacional (Decreto Nº 90.732). Posteriormente, comienzan las tareas de restauración y puesta en funcionamiento del edificio y el 18 de mayo de 1946 se instala en su interior el Museo Jesuítico Nacional , que actualmente cuenta con 18 salas de exposición, distribuidas entre planta baja y primer piso.
Entre las exhibiciones y colecciones permanentes podemos encontrar ornamentos sagrados. Entre ellos se destacan dos conjuntos de casullas españolas con forma de guitarra, estola y manipulo, realizadas en tisú de seda del siglo XVIII, otro conjunto del mismo tipo de prendas, realizadas éstas en terciopelo.
Además encontramos conjuntos de vestimentas religiosas integrados por casullas, estolas, manípulos, capas pluviales, bolsa de corporales, que se los confeccionaba con las mismas telas y bordados, cubre cáliz, mitra y frontal de altar.
Porcelana y cerámicas
La exhibición de Porcelana y Cerámicas se presenta en la sala “Familia González Warcalde”, quienes fueron los donantes de la mayoría de los objetos de esta colección.
Se pueden ver una importante cantidad de platos, la mayoría de origen europeo, algunos de los cuales pertenecieron a los Presidentes argentinos Bernardino Rivadavia, Nicolás Avellaneda, Julio A. Roca, Hipólito Yrigoyen y José Figueroa Alcorta.
Asimismo se pueden apreciar otros objetos como floreros del tipo Isabelino, vasijas de cerámica, candelabros de porcelana española y fragmentos de azulejos.
Otros dioses, la misma tierra
La exhibición “Otros Dioses la misma Tierra” muestra las creencias religiosas de los primeros habitantes hasta la llegada de los españoles al territorio argentino. Hacia el 1500 a.C. las comunidades se sedentarizaron practicando la agricultura y la ganadería, teniendo como símbolos principales de sus creencias al jaguar primero y a la serpiente después.
Se trata de las Culturas La Candelaria, Ciénaga, Condorhuasi, Aguada, Sanagasta, Belén y
Santa María, del período de dominación incaica en el noroeste y de los pueblos originarios
de sierras centrales de la actual Argentina. Se exhiben urnas funerarias, pucos, vasos, figurines realizados en cerámica con diferentes formatos, pectorales de metal, tocados de plumas, punzones de hueso, textiles, puntas de flecha, hachas y morteros de piedra.