Poco difundida, la realidad de ésta disciplina presenta matices muy diversos en comparación con el fútbol de mujeres, actualmente en proceso de profesionalización. En Argentina existen competiciones nacionales como el Torneo Federal o la Liga Metropolitana de básquet donde las jugadoras son reconocidas como trabajadoras y reciben a cambio de sus tareas una remuneración, viáticos, alojamiento, seguros y/o cobertura médica, entre otros beneficios posibles.

En algunas categorías menores, en las que participan equipos amateurs, el básquet de mujeres está marcado por la falta de vínculos formales entre los clubes y sus deportistas. Algo así ocurría con el fútbol femenino hasta principios de este año, cuando la AFA comenzó a considerarlo una disciplina profesional.

Eso explicó a La Ronda Amanda Offman, quién comenzó a picar la pelota a los seis años y desde entonces supo engeniárselas para llevar adelante su trayectoria basquetbolística. 

El camino hacia el profesionalismo

Sus primeros pasos tuvieron lugar en Bochas Sport Club. "Empecé con mi hermana y se armó un grupo de chicas que querían jugar al básquet (...). Esa fue la primera vez que tuve entrenamiento", relató Amanda. La experiencia fue "amateur y de amigas" y el grupo se disolvió  después de algún tiempo, sin embargo sembró una semilla que comenzaría a germinar cuando inició el secundario. Por esos años volvió a reunir un grupo de compañeras para tomar clases de básquet y consultaron al Bochas si podían conseguir a alguien que les enseñara.

"Cuando empezó todo repartíamos volantes y demás (para invitar a otras jóvenes a que se sumaran) y creo que fue un golpe de suerte porque hoy es día es mucho más difícil que se forme un grupo así. Éramos muchas chicas, en algún momento llegamos a ser treinta y fue una de las etapas más lindas que pasé en el básquet siendo muy chica y disfrutándolo de esa manera". 

Su formación continuó en club Universitario de Córdoba y, tiempo después, se sumó como refuerzo a Bolívar de Carlos Paz para disputar el Torneo Federal de Básquet Femenino. El "salto" profesional de Amanda Offman tuvo lugar cuando Ameghino de Villa María la contrató para competir en la Liga Nacional. "Fue un salto totalmente distinto a lo que venía jugando", afimó al respecto la basquetbolista y destacó la organización del certamen, la buena remuneración y el alto nivel de las jugadoras.  

La caroyense también viajó recientemente al exterior para competir en Bolivia y Perú, en clubes de Oruro y Arequipa respectivamente. Dada la falta de equipos de básquet de mujeres en la mayoría de los países de la región, las competencias suelen durar pocos meses y ello obliga a las jugadoras a buscar nuevos clubes y competiciones para mantenerse en actividad durante todo el año. 

Sacrificios y recompensas

A lo largo de su carrera, la basquetbolista tuvo que sortear altibajos dadas las dificultades que presenta el deporte en su versión femenina: "Muchas veces me sentaba en la cancha, iba a tirar sola y decía 'para qué hago esto si no puedo llegar a ningún lado'. Más que nada por lo difícil que era tener un club que se dedicara mucho más al básquet femenino", confesó Amanda. 

Mirando a la distancia, Offman valoró el apoyo y respeto que le brindó cada hinchada a la que representó en las canchas y destacó que su carrera no estuvo marcada por episodios de violencia de género. A pesar de ello, remarcó que la brecha entre el básquet de varones y mujeres queda de manifiesto en el tiempo que tarda en llegar el reconocimiento, legitimidad y difusión a la rama femenina de este deporte.  

Por último, consultada sobre el devenir de la disciplina en el país, puntualizó: "Creo que hay muchas jugadoras que quieren practicar básquet y no tienen lugar (...) Argentina tiene muy buen nivel sólo que falta explotarlo, falta apoyarlo y darle mucho más lugar a las jugadoras más chicas. Esa es la base de un buen básquet a futuro".