El 14 de mayo de 1941, la Posta de Sinsacate fue declarada Monumento Histórico Nacional. Es una de 3 postas que aún se conservan en el Camino Real.
La Posta de Sinsacate cumple este Martes 14 de Mayo, 78 años de su declaración como Monumento Histórico Nacional, paso previo a ser declarado como Museo por parte de la entonces Comisión Nacional de Museos y Monumentos Histórico por iniciativa del Padre Oscar Dreidemie S.J. quien se encontraba abocado a las primeras tareas de recuperación de la Estancia de Jesús María cuando sumó a su objetivo la creación de un Museo Rural que ayudara a interpretar y comunicar la historia cultural de las Postas, el Camino Real y los Caudillos Nacionales.
A partir de ese año 1941, se trabajó intensamente en la recuperación y restauración del Edificio, quedando finalmente inaugurado en 1946 con el nombre de Museo Rural de la Posta de Sinsacate, siendo el primero de nuestra región y el más antiguo de los que existen en nuestra zona. Se caracteriza por ser un Museo pequeño en cuanto a su tamaño, pero con una riquísima historia como testigo del paso de tropas y ejércitos libertadores dirigidos por el Gral San Martin, el Gral Manuel Belgrano y el Gral. Juan Lavalle entre otros próceres que descansaron allí. Sin dejar de mencionar que en su Capilla histórica descansó el cuerpo del Gral. Juan Facundo Quiroga luego de ser asesinado en Barranca Yaco en 1835, siendo este un hecho político de alta trascendencia nacional en su momento, cuya huella aún se encuentra en la Historia Argentina.
De los dueños originales de estas tierras, nos queda su nombre: “…Sinsacate es una derivación de Chinsacate en lengua sanavirona Sacat es lugar o pueblo de indios y Chin el nombre de un cacique. Sinsacate significa entonces población del cacique Chin. Según el Padre Lozano “era uso común en estas provincias intitular los pueblos en nombre de los caciques”.
Al llegar la conquista estos dueños fueron ignorados y sus tierras fueron tomadas por estos conquistadores. Miguel de Ardiles, el Mozo, era uno de ellos. Había llegado junto a los hombres de Jerónimo Luis de Cabrera para fundar la ciudad de Córdoba. En agradecimiento, se le otorgó una Merced de Tierras, un territorio de 3500 hectáreas, el 10 de Diciembre de 1584.
Tras la sucesión de Ardiles, es confuso distinguir quiénes fueron propietarios de estas tierras. Según algunos autores, en algún momento perteneció a Santa Catalina, tal vez desde 1650, cuando haría empezado a formar parte de esa Estancia Jesuítica con el nombre de Puesto de San Pablo de Sinsacate. Aquí los Jesuítas habrían construido uno de los primeros molinos harineros de la región, además de un pequeño edificio con su correspondiente capilla. Otras estudios indican que las propietarias no eran otras que las Monjas Catalinas de Córdoba.
A principios del siglo XVIII el dueño de la propiedad era el maestre de campo don Alonso de Herrera y Velasco. Tras su muerte, continuó en manos de sus descendientes. Con el paso de los años “la estancia de San Pablo de Sinsacate pasó por diversas dificultades, entre ellas de carácter económico ya que fue puesta en censo a favor del monasterio de Santa Catalina y del Convento de San Francisco. De allí surgió un largo pleito judicial, donde pretendió ser parte la Compañía de Jesús, sin conseguirlo, quedando debidamente comprobado que la estancia de Sinsacate jamás perteneció a los jesuitas como equivocadamente se viene sosteniendo, inclusive la placa colocada por la Comisión Nacional de Monumentos, Museos y Lugares Históricos sigue apoyando este error.
“Se llega así al año 1762 en que esta propiedad es adquirida por don Juan Jacinto de Figueroa por la suma de 8000 pesos. Desde entonces Sinsacate perteneció por varias generaciones a la familia Figueroa”.
Como vemos, en un principio esto no fue una posta. Inicialmente era el casco de la estancia de San Pablo de Sinsacate y, según inventario realizado alrededor de 1720. Las construcciones principales de la hacienda eran: “una sala, dos habitaciones con seis puertas, un corredor o galería sostenida con horcones de madera de quebracho y techos de paja; una bodega vieja, vasijas para recoger el mosto, mas numerosas herramientas; una huerta con frutales y sus viñedos; un molino, una acequia y tajamar”
Su propietario, Juan Jacinto Figueroa, era considerado un hombre de labor y orden, con algo de ambición y mucho espíritu, levantó en su casa de Sinsacate, A la vera del camino real, sobre la loma que dominaba el terreno. Paredes de “piedra y adobe, pisos de ladrillos, techos de caña y tejas, y maderas de algarrobo labradas con hacha y azuche. Todo es material de la región, excepto el hierro de algunas ventanas, y las cerraduras, chapas, visagras y alcayates de las puertas.
“Una hilera de 100 varas de piezas corridas y una galería de 60 sostenida por 14 pilares de calicanto de tres varas de ancho formaban el frente a la carretera real. En el extremo norte hállase la capilla con cementerio propio, su torre de tres campanas y su gran arco del pórtico de entrada.
“Juan Jacinto Figueroa en pocos años construye su fábrica, acequias y tajamar, instala un molino, un comercio de almacén y tienda bien surtido, barraca y acopio de frutos, y al Este del camino, frente a la casa principal, una huerta principal, una huerta de árboles frutales y pileta de baño llenada por abundante caudal de agua permanente, a la sombra sauces llorones y álamos de Italia” [4]
Por esos años Figueroa convirtió esta estancia en La Posta de Sinsacate, la más grande que tenía el Camino Real de Córdoba hacia el norte. Claro que no era la única, había postas cada 40 o 50km, aunque la mayoría eran de una o dos habitaciones, con paredes de adobe, techos de paja. Todas construcciones muy provisorias, tan provisorias que son verdaderamente pocas las postas que han sobrevivido a todos estos años. Desde Córdoba hasta La Quiaca había más de 40 postas y hoy apenas sobreviven 3 en estado original, funcionando como museo. La Posta de Yatasto, en Salta; la de Los Hornillos, en Jujuy y esta, la Posta de Sinsacate, que en sus años dorados tuvo 3500 hectáreas con viñedos, frutales, huertas, corrales para los caballos, los bueyes y las mulas que recambiaban los viajeros que la visitaban. Aquí podían hacer el recambio de animales, podían arreglar sus carruajes, refrescarse, alimentarse, descansar y, especialmente, informarse y saber cómo seguir por este camino.
Durante todos esos años en los cuales el medio de transporte más veloz era el Caballo, la posta cumplía una función muy parecida a la que hoy cumplen las Estaciones de Servicio al costado de las rutas. Así estuvo durante mucho más de un siglo, hasta que el Ferrocarril comenzó a extenderse casi paralelo al Camino, acaparando toda la carga que antes transportaban esas cuatro mil carretas. De a poco, las postas comenzaron a perder su protagonismo y muchas fueron cerrando y desapareciendo.
Podrán imaginarse cuántas cosas pasaron en esas habitaciones a lo largo de más de tres siglos. Recorrer las salas de este Museo que cumple 73 años, es meterse en la historia y revivir un tiempo muy diferente al nuestro, un tiempo donde las horas corrían distinto y las distancias no se calculaban en kilómetros, sino en días.
El Museo Rural de la Posta de Sinsacate puede visitarse con entrada gratuita de Martes a Viernes de 8 a 19hs, fines de semana y feriados de 14 a 18hs.
Fuente: Posta de Sinsacate
Etiquetas: Museo Historia Sinsacate