El pasado 24 de marzo, la institución educativa cumplió sus 50 años. No obstante, la “Escuela Superior de Comercio” festejó sus bodas de oro en dos días cargados de recuerdos que atravesaron y atraviesan la historia vívida del primer colegio secundario de Colonia Caroya.
Florencia Rossi, estudiante de la licenciatura en Artes Visuales, nos hace un recorrido por lo que fue la muestra del pasado 26 y 27 de abril.
El IPEM 165 Presbítero José Bonoris, comenzó a dictar sus clases el 24 de marzo de 1969, siendo el primer colegio secundario de Colonia Caroya. La Escuela Superior de Comercio (como se llamaba originalmente) fue el sueño hecho realidad de muchos sectores de la ciudad que lucharon por su creación.
Al no contar con edificio propio, tuvo como primera cede parte de las instalaciones del Bochas Sport Club, en donde se adecuaron dos humildes aulas en la planta alta. Comenzó con tan solo 66 alumnos inscriptos, que luego de cursar cinco años, recibirian el título de Perito Mercantil con validez nacional.
El contador José Molina Sánchez fue designado como director hasta el año 1970, cuando pasó su cargo a la profesora Martha Esther Uez. En el mismo año se trasladaron a la Escuela General San Martín, la cual fue reequipada y reformada con la ayuda de jóvenes, docentes, padres y la Asociación Cooperadora.
A finales de 1973 egresaron los primeros 34 alumnos, entre los que estaba la primera abanderada, Nora Noemí Marchetti. En 1974 se le designo el nombre del primer cura párroco de la ciudad, Presbitero Jose Bonoris, lo que se celebró con una misa homenaje en la Parroquia Nuestra Sra. del Montserrat y un acto en el colegio. Recién en el año 1985 la escuela pudo tener su edificio propio, en donde funciona actualmente, pasando por diversas reformas y ampliaciones.
Desde entonces año tras año fue aumentando notablemente la matrícula de alumnos, llegando a ser una de las instituciones más importantes y prestigiosas de la zona; contando con la histórica orientación de Economía y Gestión, y las más actuales abocadas al Arte Multimedia y las Ciencias Sociales y Humanidades (orientación del Programa de Inclusión y Terminalidad).
Los Festejos
En celebración de estos 50 años el viernes 26 se llevó a cabo un acto que comenzó a las 10:30 en el Bochas Sport Club. En el mismo se encontraban autoridades e invitados especiales,se llevó a cabo el descubrimientos de placas y se oficializó el nuevo estandarte, que cambió su logo integrando a las nuevas especialidades.
A su vez se inauguró a las 13 horas una muestra artística en la escuela secundaria abierta a todo el público, que pudo visitarse ese mismo viernes hasta las 21 hs. y el sábado 27 de 16 a 21 horas.
La exposición fue ideada y organizada desde el año pasado por alumnos, docentes (tanto actuales como jubilados) y egresados; que trabajaron arduamente para recolectar el material histórico y llevar a cabo el montaje, creando una exposición muy emotiva que convierte, durante dos días, a las aulas en sala de exposición y al colegio en museo-archivo de anécdotas, recuerdos y momentos apreciados por quienes pasaron por allí.
Es importante destacar que quienes estuvieron a cargo de gran parte de la decoración fueron los chicos de la orientación de Arte y Multimedia, especialidad en donde se indaga en la fotografía y sus cuestiones técnicas, la edición, el diseño de folletos y páginas web, entre otros. La misma se desarrolló en la planta baja y primer piso del instituto.
Al ingresar, en la planta baja, se disponían dos aulas expositivas; la primera contaba con una colección de fotografías de todos los egresados, las fiestas con el cuerpo de abanderados, los actos académicos, los viajes y fiesta de egresados, las tan tradicionales fotos que el curso se sacan durante sexto año tanto dentro del colegio y aulas como fuera de él, entre otras.
También habían organizado cronológicamente, año por año algunas fotografías de cada grupo de egresados, las cuales estaban exhibidas en un álbum de gran tamaño. En la otra sala estaban todos los uniformes utilizados durante estos 50 años, donde era muy Interesante ver todos los cambios y evoluciones por los que pasó, como por ejemplo en el largo de las polleras, el dejar de usar blazer o la camisa con corbata, hasta llegar al conocido uniforme de hoy con la chomba y pantalón para los hombres y remera y pollera para las mujeres. Aquí también se encontraba una gigantografía de dos alumnos con el uniforme de mujer y de hombre de cada lado con sus caras recortadas, para que uno pudiera poner su rostro y sacarse una fotografía simulando llevar puesto el uniforme.
Subiendo las escaleras, en el primer piso, se encontraban 5 aulas para visitar. En la primera estaban algunos guardapolvos escritos con mensajes dedicados a los chicos de 6to año, y algunos que además contaban con esos pines llenos de cintas que se Intercambiaban entre compañeros para que queden de recuerdo sus nombres. Había otra aula que contaba con las diversas remeras y buzos de egresados de cada promoción, también dispuestos por los pasillos. En la tercera sala se encontraba una instalación formada por una montaña de libros con dos maniquíes con el uniforme zambulléndose entre ellos. En la misma estaban todos los libros, apuntes y manuales que se usaron durante todos los años como material de estudio; junto con maquinas de escribir y diversos elementos antiguos utilizados tanto en la secretaría como para dar clases.
La siguiente sala estaba dedicada a las intertribus, con las fotos de los encuentros, los trajes de los caciques, los juegos, los materiales utilizados en los galpones, entre otras cosas. Por último, en la más personal o emotiva de alguna manera, estaba la lista de todos alumnos que egresaron, dividida por año y por curso. Todos los nombres estaban allí, y se invitaba a quien se encontrara en esa lista a que se marcará con una tilde, como quien da el presente. También se encontraba a disposición hojas como para dejar un mensaje o agradecimiento a la escuela. A un costado en esa misma aula, había un sector al estilo de homenaje, donde se mencionaba a algunos reconocidos profesores, algunas anécdotas, y otros relatos varios.
Testimonios
La ex alumna Maria Soledad Rossi (promoción 2000) se ofreció amablemente a contarnos su experiencia, qué aspectos llamaron más su atención, qué sensaciones le quedaron y que le produjo volver a aquel lugar después de tantos años: “Me pareció muy curioso como cualquier persona que asistía, haya sido alumno, parte de la institución o no, pueda reconocer en las fotografías y nombres a vecinos, amigos, conocidos, actuales docentes de otras escuelas, en fin, distintas personas de la ciudad; con esto uno cae en la cuenta de la cantidad de personas que pasaron por allí en estos 50 años, y de la importancia que tiene en el lugar. Siempre algún conocido fue al Bonoris”
“Se notaba que fue un trabajo que requirió tiempo, esmero y mucho cariño” señaló sobre la organización y agregó: “En cada salón se habían dispuesto alumnos, que se encuentran cursando actualmente, que comentaban de que se trataba lo que se estaba mostrando, y siempre dispuestos a brindar ayuda con alguna consulta o duda. Además los chicos se encargaron de hacer tarjetita”
En cuanto a la difusión de la propuesta para recolectar el material, ella se enteró por un grupo de wp de egresados: “Se juntaron muchas cosas, quizá de las primeras promociones fue más complejo, ya que cosas como los buzos o remeras de egresados no se hacían, al igual que el despliegue de las intertribus. Lo que sí se podía ver es que la gente mayor se detenía mucho en las fotografías y en los libros, donde estaban sus mayores recuerdos y aprecios. Fue un lindo momento”
Podemos decir que festejar los 50 años de esta manera fue una bella idea, un lugar de encuentro que permitió que gente que no se veía hace mucho tiempo se cruzaran; en donde cada persona que formo parte se encontraba en una foto de egreso, de bariloche, de un acto, o quizá veía su nombre en ese enorme listado de más de tres mil egresados, y se sentía como “volver en el tiempo por un ratito”.
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