Trazos y Acuarelas, Fusión de pasiones en el Museo Luis Biondi

16/05/2019 | CULTURA |

El Jueves 2 de Mayo se dio lugar en el Museo de la Ciudad Luis Biondi la inauguración de la muestra “L & L Fusión”, donde las artistas locales Liliana Braida y Leonor Rizzi presentan sus producciones personales y en conjunto hasta el 18 de Mayo.

Por: Flor Rossi 

No es la primera vez que ellas exponen juntas, ya lo habían hecho en este mismo espacio en el año 2017, en el marco de la muestra “Generacion 69”, que reunía a seis artistas plásticas de la zona egresadas del colegio Nuestra Señora del Huerto en el año 1969.

En la exposición que se encuentra actualmente en el museo podemos observar veintiocho obras, de las cuales ocho pertenecen a Liliana, nueve a la producción personal de Leonor y once a las realizadas en conjunto.


Ahora bien, ¿Qué técnicas y temáticas abordan estas mujeres?¿Que podemos observar de cada una de sus obras?


Liliana Braida (recibida de la Academia provincial de Bellas Artes Dr. José Figueroa Alcorta) trabaja de un modo muy particular, dibujando en servilletas descartables de diversos tipos con lapicera, que luego son pegadas sobre tela o soporte entelado, a partir de allí comienza a aplicar pintura sobre las mismas.


Sus trabajos se caracterizan por el uso de colores vivos y vibrantes, complementando tonos fríos y cálidos con gran equilibrio. Sobre estos fondos pictóricos dibuja con líneas negras (de diversos espesores) escenas oníricas y surreales; como por ejemplo: mundos debajo del agua donde personas reposan en árboles gigantes y montas grandes peces o caparazones de caracol; espacios oníricos donde se representan diversos referentes y dioses religiosos, o escenas de ciudades donde edificios y personajes emergen de la bruma.


Por otro lado trabaja con imágenes del mundo que nos rodea, como en la serie “Vidrieras” compuesta de cuatro obras en donde incorpora representaciones de elementos de uso cotidiano, aplica etiquetas de marcas, códigos de barras y objetos varios.


Leonor Rizzi se inició en el mundo de la pintura luego de jubilarse, formándose desde el 2006 con artistas como Ninina Roggio y José Utrera. Su técnica es la acuarela, y con ella da vida a paisajes de la zona, alrededores y del norte argentino. A diferencia de las obras de Liliana, sus producciones se caracterizan por el uso de los colores tierras rojizos, los extensos cielos azules, celestes y la abundante vegetación en tonos verdosos y ocres.


Si bien estas artistas tratan estilos muy distintos (tanto desde el soporte y marco hasta la imagen representada), lograron unir lo que caracteriza a cada una. Se juntaron una vez por semana durante los meses de Enero y Febrero, para producir y encontrar elementos en común, a partir de los cuales crearon un estilo completamente nuevo.


En algunas de las obras que pueden observarse en la muestra se nota un corte abrupto entre las partes que trabajo cada una, en la mayoría de los casos sus trazos se fusionan completamente, no se sabe dónde termina la intervención de una y comienza la de la otra.


Esta forma de trabajo supone un gran desafío, ya que debieron adaptarse a nuevos métodos, sacrificando no solo el poder y control absoluto sobre la obra, sino también corriendose de sus zonas de confort, por ejemplo, cuando Liliana tuvo que cambiar sus soportes de tela por el papel de acuarela, para que Leonor pudiera hacer su parte.

Pese a los desafíos la dinámica es interesante y enriquecedora, una comenzaba pintando o dibujando procurando dejar un espacio en blanco, luego se lo pasaba a su compañera para que la finalizara. Otro método consistio en que Leonor realizara un paisaje completo en una hoja mientras que Liliana llevaba a cabo otro dibujo aparte que lo complementara, para luego unir las dos partes a modo de collage.



En estas once obras en conjunto podemos ver paisajes y toques de acuarela combinados con dibujos lineales, oníricos y apliques de servilletas; creando nuevos escenarios llenos de vida, movimiento y color. Es de destacar como tuvieron en cuenta fusionarse no solo en el soporte, sino también en el marco (hecho de formato tradicional, pero con cartón corrugado), elemento de gran importancia que cierra el sentido de la obra y es fundamental tener en cuenta.


Si bien esta exposición supone una idea original para la zona este tipo de producciones son muy comunes y datan desde hace décadas en el campo artístico. Uno de los primeros casos que viene a mi mente es el artilugio utilizado por los artistas de la Vanguardia Surrealista a partir del 1924, llamado “Cadáver Exquisito”. Este método se desarrolló primero en la literatura, basado en un viejo juego llamado “Consecuencias”, en donde los jugadores escribían por turnos una frase en un papel, y antes de pasárselo al compañero de al lado tapaban la oración, dejando a la vista solo la última palabra para que sea continuada. Este método inspiró a los artistas visuales del surrealismo que consideraron que al aplicarlo en la pintura y el dibujo se podría plasmar las imágenes del subconsciente, de lo imaginario e irreal; dejar de lado el control racional y la búsqueda de la imagen con significado.


Si avanzamos muchos años en el tiempo encuentro otro ejemplo que las mismas Liliana y Leonor mencionan como referente e inspiración. Me refiero al trabajo en conjunto de Carlos Alonso y Guillermo Roux, dos de los pintores más importantes y con mayor trayectoria que tenemos en el país.


Comenzaron un proyecto similar a “L & L Fusión” en 2012 titulado “Mano a mano”, que les llevó alrededor de dos años. Una de las grandes dificultades fue la distancia entre uno y otro (Alonso vive en Unquillo y Roux en Buenos Aires), pero esto no fue un impedimento, es más, seguramente fue un factor que incide favorablemente al acabado de la obra. Decidieron mandar las obras inacabadas por medio de Horacio Sanguinetti, (hombre de confianza, antiguo director del Teatro Colón y miembro de la REA) quien las transportaba en su auto de una provincia a la otra para que cada artista completara su parte.


Estos grandes dejaron en manifiesto que a pesar de lo complejo que es dibujar algo pensando en dejarle el lugar al otro para que aporte su parte, o procurando que no sea una porción cerrada en sí misma, después de varios errores y aciertos pueden lograrse resultados fascinantes. Si bien sus estilos no son contiguos no hay una ruptura entre ellos, es como si juntos hubieran dado vida a otro pintor.


Tanto el ejemplo mencionado como el caso de nuestras artistas me hace pensar en lo importante que es aventurarse a esta dinámica, y en el desafío que supone salirse de lo cotidiano para los autores que ya tienen un recorrido y estilo muy desarrollados que han aplicado por años. Es un lindo ejemplo que funciona como mensaje para transmitirnos que siempre es tiempo de animarse a los cambios y probar cosas nuevas.


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