Memoria Ancestral: "Me enseñaron que puedo dar el tiempo"

26/09/2019 | CIUDADANÍA |

Una nueva entrega de Relatos Del Viento, cuenta la historia de Eva Oroná vecina de Jesús María, criada y nacida en el Paraje Las Higuerillas (dpto. Río Seco). Recuerda la luna, la lluvia, los árboles que flechan y no tirar el pelo cortado.

En el marco del Programa de Salvaguarda de la Memoria Ancestral Comunitaria que lleva adelante Relatos del Viento junto al Municipio de Jesús María les compartimos un nuevo video y artículo. Esta vez, una pequeña muestra de lo conversado con María Eva Oroná (71) vecina de Jesús María, criada y nacida en el Paraje Las Higuerillas (dpto. Río Seco)

Por: Patricia Rionda y Pablo Rosalía (Asoc. Cultural Relatos del Viento)

“Y un día conocimos a la Eva. En realidad, ella había llegado a nosotros mucho tiempo atrás, tal como lo hacen quienes irradian ese potente amor solidario. Ese abrazo de madre grande primero lo sentimos desde sus hijos y luego desde la vecindad. Es que, cuando uno la evoca en cualquier rincón de Barrio Güemes la actitud es la misma: primero te dicen un sentido Ah sí, la Eva, como aspirando una bocanada de esperanza. Luego uno debe guardar silencioporque le sigue una mirada perdida en el horizonte: es el alma que habla desde los ojos para decir; Menos mal que existen personas como ella.

Criada en el Paraje Las Higuerillas (Río Seco) de mayor estuvo de paso por Atahona para finalmente fundar junto a su compañero una familia en Jesús María. De padre hachero y madre Santiagueña, ni bien comenzamos a charlar comprendimos de dónde venía su generosidad, el amor por los demás, la transparencia de sus palabras y la coherencia de sus actos. Pero Eva es sobre todo una mujer bien plantada, o mejor dicho, representante de varias generaciones de mujeres que en cada época supieron sobreponerse; Mi madre siempre contaba que le exigían a que aprenda a tejer el telar. Pero ella se negó porque nunca le dejaron aprender a tocar la guitarra.

Eva extraña la vida del campo en donde Cuando vos veías a alguien trabajando, le dabas una mano, y eso era tan natural como levantarse y lavarse la cara. Nos enseñó que antes se aprendía con el ejemplo en práctica; Mis padres no te decían “eso se hace así” sino que uno iba aprendiendo de mirarlos y hacerlo con ellos, así aprendí a hacer arrope. Y porque sabe que esos valores están más vivos en vecindades como la suya, defiende su Barrio Güemes de los prejuicios. Hacedora y protagonista de esa comunidad, dio cursos de cocina, talleres para hacer muñecas y convirtió su garaje en un improvisado merendero para servir leche a los chicos de la zona, con la única motivación de colaborar y equilibrar la balanza de un mundo en el que no todos nacemos con las mismas oportunidades.

De las injusticias a veces se cura con los recuerdos de la infancia, como cuando jugaban a atrapar al tuquito prometiéndole pan y queso, esperando calladita con un jarrito para tomar la leche al pie de la vaca, o la técnica de su madre para hacer el horno de barro sin usar un solo ladrillo. Para combatir ese desarraigo nos cuenta con ironía que de vez en cuando voy a saquear la sierra para volver cargada con los yuyitos que ahora estamos tomando en el mate y nos sanan. Y entre esos amargos que van y vienen, fuimos aprendiendo sobre la importancia de la luna para la siembra, para cortarse el pelo y para predecir el clima venidero. Cuando la charla ya nos quedaba corta nos salió del alma invitarla a compartir algún viaje por su añorado norte cordobés; ¡Avisen nomás! sin dudarlo contestó

Afuera oscurece. Adentro se cierra la ventana que nos transportó por el tiempo. Pero antes de finalizar valga una aclaración: este artículo no es un justo homenaje a Eva, porque ella preferiría pasar inadvertida, como el algarrobo que en el medio del monte cobija tanta vida. En todo caso, nuestra inevitable emoción es por haber conocido a esta digna hija de la tierra"

El video: 


No tirar el pelo cortado: Lo del cabello, a nosotros ella (su mama) nos cortaba el cabello, y ella nunca lo tiraba ni al fuego ni a la basura. Ella lo enterraba. Mi madre, el pelo era como una cosa que se tenía que enterrar, que no se tenía que tirar a la basura

Árboles que flechan: había que tener cuidado con el molle de no maltratarlo. Usted se podía ir… eso… sentarse abajo del molle no le hacía nada, pero si usted le cortaba un gajo, algo, seguro que lo flechaba. Y la higuera que no salieran a la siesta, porque seguro que le flechaba la higuera, sí.

Palan:  para los granos, para la infección. Cuando uno tiene un grano grande, y con pus, entonces se calienta el palan con aceite, y se lo pone así y es como que saca la infección, el palan.

La luna y la lluvia: Sé que la luna, si se hace… si cambia la luna y está lloviendo, sigue lloviendo hasta que vuelva a cambiar. (…) y si está buen tiempo sigue buen tiempo hasta que…

Sabiduría: Yo tenía esa cosa; Si yo no tengo, que voy a dar. Y las monjas me enseñaron que yo puedo dar el tiempo, que es muy importante


Nombre: María Eva Oroná
Nacida y criada en: Nacida en Río Seco y criada en el paraje “Las Higuerillas”
Edad: 71 años
Sus mejores recuerdos: en el paraje “Las Higuerillas”, por ejemplo, cuando jugaba encima de una piedra grande llena de morteros, y ante su pregunta de cómo los hicieron los indios, su padre le contestaba sonriendo; con el talón.


Etiquetas: Memoria Ancestral Relatos del Viento