Una caroyense le escribió una carta a la hija de un preso político de Bolivia

20/07/2020 | POLÍTICA |

Camila Serafini, militante de la Mesa de Derechos Humanos regional, escribió una carta dirigida a Patricia, hija de uno de las siete personas que están asiladas en la embajada de México en Bolivia hace 8 meses. Se trata de 7 ex funcionarios del gobierno de Evo Morales que piden garantías para poder salir del país tras el golpe de estado ocurrido en ese país.

Camila Serafini - Mesa de Derechos Humanos,

En Bolivia, tras la interrupción del estado de derecho por parte de las fuerzas armadas y la toma del gobierno por parte de Jeanine Áñez, se viven momentos de mucha violencia institucional y social. 

Actualmente se está llevando a cabo una campaña para pedir por salvoconductos que permitan irse del país a 7 personas asiladas en la embajada de México de ese país. Camila Serafini, caroyense y militante de la Mesa de Derechos Humanos, relató a nuestro medio información sobre lo que está ocurriendo en Bolivia y compartió una carta dirigida a Patricia,  hija de un asilado político boliviano que lleva 8 meses en la residencia mexicana. 

La situación es complicada ya que, según comentó Camila,  la información que tienen es que peligra su integridad física si salen de la residencia ya que hay vigilancia permanente tanto de civiles como de personal policial. 

En ese sentido, Camila asegura que, más allá de las campañas internacionales por la liberación de los ex funcionarios, hay una constante “persecución, asedio y hostigamientos”.

“En ese contexto imaginemos lo que está pasando en el interior del país con las personas comunes y corrientes, que tienen una postura política definida y que por manifestarla corre riesgo su vida” 

Camila comenta que, gracias a la campaña internacional que pide un salvoconducto para que estas 7 personas tengan asegurada si integridad física para llegar al aeropuerto y viajar a México, “los medios más conservadores dentro de Bolivia se diga que en Bolivia no hay garantía de derecho”.

La carta nace para sensibilizarnos a nosotros mismos como militantes de derechos humanos y compartir lo que está sucediendo en nuestro país hermano y ayudar a visibilizar las acciones que se están tomando”, concluyó.    

Carta a una hija...

“Entre tanta violencia…”

No puedo evitar pensar que estás transitando las horas más lentas y amargas… las de la eterna incertidumbre, la distancia obligatoria, la angustia incesante y el dolor de saberte a vos y a tus seres amados en peligro constante.

Es complejo escribir desde lejos, porque todas las palabras parecen ser insuficientes, vacías y distantes para contarte lo que sentí y lo que pienso desde mi lugar de libertad y privilegio, sin sonar superficial. Aún así, pretendo que puedas recibir esto como un abrazo apalabrado.

“Dar lugar a la ternura…”

Preguntar con tiempo y espacio para escucharte atentamente hermana…

Para conocer, al menos un poquito, sobre el alimento que sostiene a ese cuerpo. Como tantos otros, que no se cansan de dar batalla, de ser la digna resistencia ante tanto atropello, injusticia, maldad, odio y desprecio.

¡Ay hermana, qué aguante! ¡Cuánta fortaleza!

En mi país he visto personas fuertes, las que se organizan y caminan la verdad hace más de cuarenta años. Por lo general, tienen muchas más historias y años que vos y yo. Siempre creí que de ese paso del tiempo provenía su fortaleza y sabiduría. Ahora entiendo que no es sólo del paso del tiempo de donde nace esa fuerza.

Admiro profundamente el coraje y la valentía de tu grito. Te agradezco por la poderosa enseñanza que nos acercás desde tan lejos.

“También es revolucionario”

Este tiempo oscuro y triste se parece mucho a una parte de la historia que ya conocemos de nuestras tierras. A esos tiempos crueles y violentos a los que acá ya le dijimos “Nunca Más”, en otra tierra fue “Ya Basta” y en otra “Fuera”. Estoy segura que desde hace mucho tiempo, por las circunstancias mismas de la vida política o militante, has resignado momentos personales para dar lugar a procesos colectivos. Hoy estás injustamente lejos de tu familia. A pesar de este hondo dolor, quiero que sepas que no estás sola. Tu pelea es nuestra pelea; tu voz se ha expandido y ha encontrado eco en las montañas de gente con abierto corazón. Viene a tu encuentro una familia más grande, la latinoamérica de la larga noche de los 500 años, que -desde todos los tiempos, lenguas y geografías- te extiende un abrazo y se funde en tu grito de libertad.

“…quizás no seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indignación, cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es más importante.” Che Guevara.

Un abrazo suave y duradero, con la firme convicción de que otro mundo es posible.

P.D.: Una cosa más. En mi país, a esas personas fuertes, se las llama de muchas formas: son madres, abuelas, hijos/as, familiares, sobrevivientes. Y cuando se juntan, en las calles, siempre aparecen otras personas con fuerzas diversas que se suman a la familia de puro corazón grande que tienen nomás. Usan una palabra clave para su trabajo: dicen “militar” y ahí rapidito aclaran “siempre como verbo, nunca sustantivo”. Despacito, todas juntas, van construyendo y transformando los dolores colectivos en la esperanza del futuro.

Etiquetas: Bolivia Derechos Humanos